¡Pon atención al fuego que tienes en tu interior!
¿Sientes pasión por el canto? ¡Pues, canta! ¿Te sientes impulsado a administrar? ¡Pues, administra! ¿Sufres por el enfermo? ¡Cúralo! ¿Sientes dolor por los perdidos? ¡Enséñalos!
En mi juventud sentí el llamado a predicar. Como no estaba seguro de interpretar debidamente la voluntad de Dios, le pedí consejo a un ministro que admiraba. Su consejo todavía resuena con la verdad. «No prediques» me dijo, «a menos que tengas que hacerlo».
Reflexionando sobre sus palabras hallé mi respuesta: «Tengo que predicar. De no hacerlo, este fuego me consumirá».
¿Cuál es el fuego que te consume?
El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,
Y tu ley está en medio de mi corazón.
Salmos 40:8
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